Beatriz Léautaud Sunderland

Recital de Titulación

alumna de la cátedra de la Mtra. Gabriela Herrera C.
en la LiceNCIATURA de Música e Innovación

27 de enero DE 2022 - 19:00 HRS
lugar: Universidad Panamericana

Piano: Mtro. Alain del Real
Universidad Panamericana - Escuela de Bellas Artes
El tiempo, la preparación, el esfuerzo y la disciplina de todos aquellos que estamos inmersos en la creación artística, y en este caso, en la profesión musical, no siempre son valorados adecuadamente. Interpretar lo que viene escrito en una partitura va mucho más allá de una mera lectura y memorización; al abordar una obra nueva, el músico busca decodificar el trabajo de la manera más cercana a lo que el compositor tenía en mente para posteriormente, transmitirla y darle vida, a través de un análisis completo y detallado.

Una vez que una nueva pieza ha sido seleccionada, antes de poder emitir una primera nota, es necesario llevar a cabo lo que se conoce como “trabajo de escritorio” o brain work. En esta etapa se investiga sobre el contexto histórico-social-político en el cual fue escrita la obra. En el caso particular de los cantantes, se busca entender a cabalidad el texto, sobre todo si está en un idioma que nos es ajeno.

También es necesario determinar la pronunciación adecuada de las palabras (con base en las reglas de fonéticas específicas), así como la prosodia natural del idioma y el efecto o carga emotiva que buscamos transmitir (en ocasiones, queremos resaltar una palabra o frase al momento de interpretar). También es cierto que la articulación de ciertos fonemas nos es de utilidad o nos favorece para una correcta emisión vocal, mientras que la articulación de otros nos representa un desafío que es necesario conquistar.

Otro elemento importante dentro de este primer acercamiento es reflexionar sobre la selección de instrumentos (sonoridad y colorido tímbrico) determinada por el compositor (se trata de una pieza íntima, con orquestación discreta o bien, el compositor propone algo imponente y denso; predominan las maderas, las cuerdas, los metales, etc.), aún si la interpretación se hará con acompañamiento al piano.

Dentro del “trabajo de escritorio”, los conocimientos de Teoría Musical son de utilidad para echar un vistazo más o menos somero a la manera de armonizar el texto (detectar la tonalidad principal, en qué momentos el compositor decide cambiar, cómo lo hace y a qué nueva tonalidad lleva la pieza, el modo y tempo de la obra) así como a las figuras rítmicas sobre las que se articularán las palabras (¿se trata de una disposición silábica? o bien, ¿existen sílabas que duran dos, tres, cuatro compases?; ¿las sílabas finales de una palabra se ligarán con la siguiente?).

Es factible y deseable llevar a cabo este proceso, sin importar el género del que se trate: lo mismo una pieza sacra, que un lied o que un aria de ópera. Y es que el intérprete debe buscar la forma de apropiarse de la obra, hacerla suya, para después poderla representar y presentar a otros en sus propios términos, siempre atendiendo a las características estilísticas del periodo al que la composición pertenece.

Una vez concluida esta etapa, estamos en posibilidad de entonar la pieza, detectando las alturas, los tempi y las figuras rítmicas; ¿cuáles nos resultan más cómodas? ¿en cuáles será necesario poner atención adicional? ¿Cuáles representan un desafío técnico? ¿cuáles puedo utilizar para lograr un efecto musical particular? Es aquí cuando los problemas de afinación, fraseo y respiración quedan resueltos; sin embargo, todavía está lejos la verdadera interpretación.

La mente es parcialmente dueña de la obra, sin embargo, es indispensable automatizar lo más posible la memoria muscular para la emisión de los sonidos con la calidad y el color que se busca. Esto no quiere decir en modo alguno que el músico emita sonidos “en automático”, simplemente ayuda al momento de la interpretación, en el que la atención del cantante se divide en varios aspectos, a la manera de un caleidoscopio: afinación, gesticulación, articulación, fraseo, postura y pathos, entre otros, deben estar bajo el control del intérprete.

Con la práctica, la música y las palabras se quedan en la memoria (aunque frecuentemente es necesario realizar un esfuerzo adicional para “soltar” la partitura). Es aquí cuando tiene lugar una de las actividades más gratificantes. Con la estructura rítmico-musical ya en su lugar, se abre la posibilidad de jugar con los colores vocales, las dinámicas (volumen), la velocidad, los silencios y la imaginación, en una frase: hacer música.

Finalmente, es el momento de compartir lo trabajado, lo soñado, lo imaginado y lo sufrido; llegó la hora de convertirnos por unos instantes, lo mismo en un ángel anunciando una buena nueva que en un ardiente enamorado, dispuesto a enfrentar lo que venga con tal de rescatar a la mujer amada. Convocarlos y compartir con ustedes estos instantes de música es una experiencia profundamente significativa y grata.
¡Bienvenidos!
Este recital se diseñó a la manera de un mosaico multicolor, ya que se interpretarán piezas y géneros variados, de periodos y estilos contrastantes, buscando proporcionar una muestra del repertorio de la tesitura de alto.

La primera parte explora el género del oratorio barroco alemán, italiano e inglés, en un recorrido musical por la primera mitad del S. XVIII. Este repertorio se caracteriza por una enorme maestría y profundo conocimiento técnico de los compositores que sirvieron de base para la intensa expresión de las pasiones y los afectos. A nivel vocal, el desafío es transmitir la amplia variedad de recursos melódicos y armónicos, manteniendo la afinación, el control, la elegancia y el buen gusto.

La segunda parte está compuesta por recitativos y arias de ópera; esa maravillosa vertiente de la música vocal que tuvo su origen en 1600, en Florencia, Italia. La riqueza de argumentos, personajes, situaciones y conflictos que se tratan en este género es apabullante. La selección de esta segunda parte atiende a criterios de variedad estilística y temática, así como geográfica e histórica de las piezas propuestas dentro del canon de la tesitura.

La tercera parte está compuesta por un tipo de música sumamente íntima y delicada. El lied es uno de los géneros más socorridos por los compositores e intérpretes de la música occidental, cuyo origen es netamente alemán. En sus inicios, este género no se consideraba importante; sin embargo, la mayoría de los grandes compositores alemanes tienen una producción más o menos importante, desde Mozart hasta Mahler, pasando por Beethoven, Schubert, Schumann, Wolf y Brahms, por mencionar algunos. En sus inicios se buscaba rescatar la identidad nacional musicalizando poemas relativos a costumbres, tradiciones o folclor germanos; con el correr del tiempo, se llegaron a producir verdaderas joyas que combinan textos y música muy bellos, utilizando temas diversos y con una complejidad armónica y técnica que queda oculta en la aparente simplicidad de la obra.

Esta manifestación vocal se caracteriza por emplear la voz como un instrumento igualmente importante que el teclado; ya no se habla de un acompañamiento, sino más bien de una alternancia de protagonismo entre cantante (texto) y pianista (música), cuyos sonidos combinados dan como resultado piezas profundamente expresivas. La compenetración entre ambos es total, por lo que la exactitud tanto en las alturas como en la duración y figuración de las notas, así como la comprensión de la letra, es esencial.

Un par de pequeñas reflexiones finales, a manera de coda...
Alice: How long is forever?
White Rabbit: Sometimes, just one second
- Lewis Carroll, Alice in Wonderland

En un ejercicio de imaginación te convoco, amable lector, a visualizar una pequeña habitación, con piso de madera, en la que un tocadiscos de los años 70 del siglo pasado daba las últimas vueltas que le quedaban en su vida útil. En el suelo, recostada y aparentemente distraida, está una niña que no debe tener más de 8 años. Su cuerpo está ahí en esa casa del sur de la Ciudad de México, pero su mente y sobre todo, sus emociones están a años luz de distancia, mientras escucha por enésima ocasión un disco de Vladimir Ashkenazi tocando los Preludios de Chopin, que tomó sin permiso de la biblioteca de su padre y que ya nunca devolverá... Con la ingenuidad y la transparencia de la niñez, se transporta por unos segundos a un mundo especial, privado, íntimo, del que los gritos de alguno de sus otro cinco hermanos la viene a sustraer...

... La tercera década del tercer milenio lleva pocos día de haber iniciado y así como vuela el tiempo, vuelan también los pensamientos y la imaginación de la niña del ayer. Sentada en un gabinete de análisis clínicos, con una sustancia radioactiva pasando por sus venas y otra pasando por su garganta, esa niña de ayer, hoy espera totalmente aislada la confirmación de un diagnóstico poco halagüeño. Cuando alguno de los técnicos o doctores se acerca, lo hace por pocos segundos y sólo asomando la cabeza (y es que le dicen que el asunto de la radiación es algo serio, ni el propio celular está permitido). La espera para iniciar el estudio no será larga: 60 minutos aproximadamente; tiempo más que suficiente para repasar de memoria y en soto voce el repertorio... tiempo más que bastante para seguir llenando de música el alma...

La música posee la cualidad particular de convertir las emociones y los pensamientos, aún los más obscuros, en algo que es posible contemplar sin que el corazón estalle. No soy capaz de imaginar un mundo sin música en él.
Muchas gracias por su presencia.